Sueños...

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jueves, 1 de marzo de 2012

Carroza Fuerza a la Madre Tierra. Colectivo Cultural Aguacero de Colores





Fuerza a la madre tierra…
…“Resistencia a la extinción y al olvido de lo ancestral”

Nuestra comparsa está inspirada en el rito a María Lionza, vista no desde su divinidad religiosa, sino desde su simbolismo ancestral y cultural. Desde una mirada del rol de lo femenino en la sociedad originaria y la moderna, que nos remite al culto de lo agrícola, a la siembra, a la cosecha, a la preparación de la tierra para ser fecundada, la naturaleza sabia e intuitiva, la fuerza y la resistencia que se haya en lo maternal, la que vela por sus hijos. María Lionza símbolo del equilibrio entre el día y la noche, entre lo masculino y lo femenino, sale al paso a la imposición de la sociedad patriarcal, capitalista y consumista, que destruye todo a su paso sin medida y sin conciencia del mañana, de la humanidad por venir.

María Lionza, protectora de las aguas y de la naturaleza, la representaremos como la madre protectora de todas nuestras especies en peligro de extinción, con la imagen de su cuerpo desnudo (pintado con figuras alusivas a la fauna y la flora autóctonas) y fecundado, (embarazada), sobre una Danta, una Anaconda alrededor de su cuello y otras especies en peligro alrededor suyo, nos llevará a reflexionar sobre lo que somos, lo que tenemos y lo que podemos perder.

Dentro de la montaña, en cualquier espacio de la naturaleza, en los pueblos o ciudades, en cualquier cuarto de barrio, con la representación de María Lionza, que no es otra que la de cualquier mujer venezolana, hermosa y luchadora, lo que se busca es la conexión con los ancestros, con nuestra memoria, con nuestra historia y la resistencia en todas nuestras luchas.

Colectivo Cultural Aguacero de Colores, Amig@s, Companer@s y Comunidades de Gramoven. 2012

miércoles, 29 de febrero de 2012

Las Muñecas de Trapo ganan la batalla

"Elaboramos papagayos, juguetes de madera y gurrufíos como acto de resistencia cultural"

Sergio BRONSTEIN
Bronstein.sergio@gmail.com
CIUDAD CCS
A Baleryns la encuentro en los más inesperados lugares y haciendo un sinnúmero de actividades que siempre tienen en común dos cosas: cultura y pueblo; quizá sea porque esos son los mismos espacios donde yo me muevo. Y desde ese compartir es que me decido a hacerle esta entrevista, casi sin preguntas, simplemente abriendo puertas.
—Cuéntame sobre lo que haces.
—En todo parto de una visión de que cultura y arte no están separados el uno del otro. Los venezolanos somos una sociedad multiétnica y pluricultural y eso tiene mucho que ver con el modo en que nuestras manifestaciones tradicionales, musicales y espirituales nos integran. Tú ves, por ejemplo, un tamunangue y no ves nada más que bailarines, también ves músicos, cantantes, cocineros (que no sólo hacen el sancocho, sino que también atienden a los músicos), hasta ves a los que hacen el altar; esto me lleva a pensar que mientras más disciplinas podamos manejar de una manera coherente, pues pudiéramos acercarnos a eso que somos como venezolanos. Por eso es que hago tantas cosas.
—¿Puedes precisar más?
—En mi trabajo cultural hago dos tipos de cosas que en realidad no están separadas; podría decir que son como dos grandes renglones o visiones. Está todo lo que tiene que ver con la danza, con la música, el teatro, las artes visuales, fotografía y la misma poesía, que también está metida por ahí; en estas actividades, la temática que intento desarrollar está determinada por una visión de resistencia y lucha en contra de las perversiones del sistema capitalista; pero lo hago de una forma más sutil, más representativa. Con el tambor, con la danza yo resisto, igual con una cámara en la calle y con la poesía y la palabra, pero es una resistencia subjetiva, simbólica. Pero hay otro espacio, más de contacto con la comunidad, que es el trabajo con los papagayos, con los juguetes de madera, en el cual esa lucha y esa resistencia son más frontales, más concretas.
—¿En qué sentido concretas?
—El rescate de los juguetes tradicionales es un enfrentamiento con el sistema capitalista consumista. Una muñeca de trapo está enfrentada directamente con las de plástico. Cuando nosotros elaboramos alguno de esos juguetes, estamos en un sistema de resistencia, de una cultura frente a la contracultura (que es la capitalista), la que nos ataca a nosotros. El juguete elaborado con tus propias manos, en comunidad, es una representación concreta, es un objeto concreto, palpable, que está allí, que se impone y resiste y que triunfa además. Estamos en pleno siglo XXI y todavía hacemos papagayos, trompos, perinolas, jugamos metra y todavía hacemos muñecas de trapo. O sea, que la batalla se está dando, y la estamos ganando.
—¿Cómo se engancha lo que haces con el momento actual?
—Se engancha a través de la esperanza, de la posibilidad de algo. Para mí, el proceso bolivariano es una gran posibilidad de posibilidades, está todo el camino abierto para la transformación, y en ese andar estamos nosotros también, impulsando la transformación, la posibilidad de resistir, de crear, de tener esperanza, de soñar, tanto en lo personal como en lo colectivo y en lo cotidiano también; porque la lucha y el andar cultural es cotidiano, no puede ser de otra manera.

Publicado en Ciudad CCS el 21 de agosto de 2009

miércoles, 18 de enero de 2012

Balada de Hans y Jenny. Aquiles Nazoa

Verdaderamente, nunca fue tan claro el amor como cuando Hans Christian Andersen amó a Jenny Lind, el Ruiseñor de Suecia.

Hans y Jenny eran soñadores y hermosos, y su amor compartían como dos colegiales comparten sus almendras.

Amar a Jenny era como ir comiéndose una manzana bajo la lluvia. Era estar en el campo y descubrir que hoy amanecieron maduras las cerezas.

Hans solía cantarle fantásticas historias del tiempo en que los témpanos eran los grandes osos del mar. Y cuando venía la primavera, la cubría con silvestres tusilagos las trenzas.

La mirada de Jenny poblaba de dominicales colores el paisaje. Bien pudo Jenny Lind haber nacido en una caja de acuarelas.

Hans tenía una caja de música en el corazón, y una pipa de espuma de mar, que Jenny le diera.

A veces los dos salían de viaje por rumbos distintos. Pero seguían amándose en el encuentro de las cosas menudas de la tierra.

Por ejemplo, Hans reconocía y amaba a Jenny en la transparencia de las fuentes y en la mirada de los niños y en las hojas secas.

Jenny reconocía y amaba a Hans en las barbas de los mendigos, y en el perfume de pan tierno y en las más humildes monedas.

Porque el amor de Hans y Jenny era íntimo y dulce como el primer día de invierno en la escuela.

Jenny cantaba las antiguas baladas nórdicas con infinita tristeza.

Una vez la escucharon unos estudiantes americanos, y por la noche todos lloraron de ternura sobre un mapa de Suecia.

Y es que cuando Jenny cantaba, era el amor de Hans lo que cantaba ella.

Una vez hizo Hans un largo viaje y a los cinco años estuvo de vuelta.

Y fue a ver a su Jenny y la encontró sentada, juntas las manos, en la actitud tranquila de una muchacha ciega.

Jenny estaba casada y tenía dos niños sencillamente hermosos como ella.

Pero Hans siguió amándola hasta la muerte, en su pipa de espuma y en la llegada del otoño y en el color de las frambuesas.

Y siguió Jenny amando a Hans en los ojos de los mendigos y en las más humildes monedas.

Porque verdaderamente, nunca fue tan claro el amor como cuando Hans Christian Andersen amó a Jenny Lind, el Ruiseñor de Suecia.