Sueños...

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jueves, 10 de febrero de 2011

Declaración de Las Muñecas de Trapo


(Homenaje a Aquiles Nazoa)
Nosotras, Las Muñecas de Trapo,
Declaramos:

Que somos hechas de trapos viejos, de tiras, de recuerdos.
Que nacemos por amor y con amor de las manos de la gente sencilla.
Que los niños y los poetas son cosa aparte con nosotras, se vuelven locos cuando nos ven.
Que cuando el tiempo ha pasado nos evoca la gente y nos encuentran acurrucadas en los recuerdos de su niñez.
Que caminamos por el pueblo, nos mantenemos en él, estamos presentes en su imaginación y en su realidad.
Que valientemente enfrentamos la existencia luchando por todas las cosas hermosas y sencillas que las componen.
Que somos felices donde hay amor, paz y poesía.

Acordamos:

Solidarizarnos con las muñecas, cabeza e´ñema , las cabeza e´bombillo, las de tuzas, las de barro, las de palos, las de piedra, las de guácimo, las de junco, las de cera.
Que los niños, los jóvenes y los viejos jueguen con nosotras.
Intensificar el amor entre las gente y decirle NO a la guerra.
Hacerles un reconocimiento público a los niños y a los poetas.
Ayudar a la conservación de las mañecas de trapo.
Reunirnos algún día con todos los muñequeros y muñequeras para la celebración de la postura de agua de muñecas.
Seguir fantaseando porque es un derecho humano.
Enviar copia de la siguiente declaración a los que nos aman.

Dado, firmado y besado en Píritu, Portuguesa, Venezuela, al amanecer de cualquier día en la casa de una muñequera del pueblo.

Las Muñecas de Trapo. Zobeyda Jiménez

miércoles, 9 de febrero de 2011

domingo, 20 de junio de 2010

Monumento a la ternura - Carlos Augusto León


El monumento a la ternura no alcanza a un milímetro de alto, apenas tiene talla de un micrón. Pero lo contiene todo, como el beso, como la semilla, como la molécula del ácido desoxirribonucléico en donde están las huellas de padres y abuelos y los rasgos, el color de los ojos y todo cuanto ha de ser el hombre futuro.

Su cimiento es la sonrisa de un niño, punto de apoyo único, semejante al pie de una danzarina que sólo sobre él hace gravitar su cuerpo.

Formas de seno de mujer se entreven, en medio de una brillante sutil maraña que se eleva en la inusitada pero no deslumbrante claridad; en su red aparecen colores tenues, las primeras luces del alba, ciertos resplandores indecisos y últimos del ocaso, mas también algunas frutas, duraznos de suave bello, fresas maduras, las unas dulces a la vista, otras al paladar y también cantos de pájaros, finos gorjeos, trinos frágiles, sureo de torcaces. En la tierna maraña que se eleva hay palabras que se engarzan, las más suaves, aquellas que el hombre ha creado en milenios de amor sobre la tierra y que han venido decantándose, depurándose, hasta ser breves, magníficas, palabras en voz baja y soledad de hombre y mujer, en diálogo nutricio de madre y su niño reciente, de padre con el niño, de abuelo y abuela conmovidos, palabras sólo muy contadas, sólo las necesarias, como las que de pronto humedecen los ojos del hombre, del amigo, en medio a la faena, en medio al diario agitado vivir.

En el monumento, minimento, a la ternura están todos los animales y hombres que acaban de nacer, por cuya piel de becerro pasa una y otra vez la lengua de la vaca, por cuya cabeza de osezno pasa una y otra vez la lengua de la osa, por cuyas patas de perrito, de conejito, pasa y va y viene la lengua de la perra, de la coneja maternales; por cuya piel de niño retozan los besos de la madre.

Y al acercarse a este monumento -minimento- de la ternura, se escucha el correr de muchos arroyuelos, cuyos ruidos no se unen en tormenta sino siguen dispersos en campanilleo brillante que no llega a hacerse ingrato. Y el aire, en torno, tiene la suavidad de los capullos, de la piel de los muslos -de la cara interior de los muslos- en una muchacha adolescente, la suave piel de los recién nacidos, la que aún en el hombre sigue siendo suave en algunos recodos del cuerpo.

Y al acercarse al monumento de la ternura, todo ser, todo hombre comprende que no hay en el Cosmos nada comparable a ella, ni en los astros más remotos, galaxias desconocidas, ni aquí en la alcoba de cada uno y la ternura es sentida por todos como la suprema razón de ser, sin la cual la vida, toda la vida, sería apenas la mitad de sí misma, la diesmillonésima parte de sí misma.

Carlos Augusto León

domingo, 4 de abril de 2010

Derecho al delirio

Soñar, creer y crear

...y es que creer está muy vinculado a crear, a intentar crear. El creer no puede estar separado de la realidad aunque sea un sueño, y es para nosotr@s una de las principales características del ser humano y justo ahí, a medida en que vamos perdiendo la capacidad de creer en nosotros perdemos la capacidad de creer en el otro y en la realidad. Porque a medida que no creemos, que nos han secuestrado la capacidad de creer, de tener certezas, no creamos, no somos en el mundo. Creer es la convicción y la esperanza en un sueño, es la posibilidad de la concreción del sueño. Por eso se encargan de vendernos e imponernos fantasías en el lugar de los sueños, para individualizarnos y paralizarnos. Pues saben que cuando el sueño es compartido se hacen las revoluciones.